En Buscando Letras, hablamos de Amy Jean, una escritora que escribe con cámara en mano, ¿o era con el teclado del ordenador? En 2022, publicó su primera novela de la mano de la editorial Titania. ¡Descúbrela!

Amy Jean es una escritora gaditana que vive dos sueños: ser cineasta y ser escritora. El cine y las letras la acompañan desde que era pequeña, aunque la escritura la encontró entre diarios y reflexiones. Estudió Comunicación Audiovisual en Málaga y se especializó en guion para dar vida junto a sus amigos a Abismo Films, su productora.

Entre guiones de cortos y largometrajes, encontró su voz literaria. Gracias a la pandemia, terminó el manuscrito de su primera novela, ‘Aquella chica pelirroja’; publicada en enero de 2022 por la editorial Titania. Cinco meses después, ‘Aquel chico folk’ ponía fin a su primera bilogía. En mayo de 2024 regresó a las librerías con ‘Los veranos siempre regresan’.

Utopía como sinónimo de soñar

Entre las páginas del diccionario, los dedos de Amy Jean se detienen en la letra u. Observa, lee, admira algún concepto que desconocía y que llama su atención, reanuda su búsqueda y entonces, la encuentra. Allí, entre «útilmente» y «utrera», brilla su palabra favorita: «utopía». Una palabra que, casi sin darse cuenta, la acompaña desde hace muchos años; desde que era pequeña y no tenía otra preocupación más que soñar.

Crecer y hacernos adultos parece borrarnos la ilusión y los sueños de golpe, pero los recuerdos permanecen. Entre la vorágine de la rutina, abren la puerta de nuestra mente y de nuestro corazón y, pum, ya han entrado. Así, sin más. Sin pedirnos permiso. Porque así son los recuerdos: escurridizos y frenéticos, pero eternos y entrañables.

Amy Jean

Amy Jean en la presentación de ‘Los veranos siempre regresan’ en Madrid | Fotografía: Cedida por la autora

Amy recuerda aquellos veranos cuando era pequeña en su hogar, en Cádiz, donde el tiempo parecía no querer avanzar, sintiendo la humedad del Atlántico, el ventilador en su piel y el tacto de la utopía (y de la distopía) entre sus manos. El tacto de las letras, de las novelas que devoraba y que dejaban estelas de aprendizaje en ella, como ‘El guardián entre el centeno’; lectura con la que descubrió el verdadero poder de la literatura.

Desde entonces, los libros han sido y son su gran refugio, su abrazo al corazón. La escritura también ha estado siempre presente en su vida, pero a través de diarios. En ellos, escribía sentimientos, pensamientos y reflexiones hasta que, más adelante, se encontró con su propia utopía. Una chica pelirroja y un chico enigmático acompañado de su guitarra vieron nacer a Amy Jean, la escritora.

De Carmen Blanco a Amy Jean: una cineasta y una escritora

Al superar la Selectividad, también conocida como “el fin del mundo”, Amy Jean se propuso un objetivo: disfrutar del verano, del calor, de sus amigos, del mar gaditano, de los helados… De sus merecidas vacaciones. Había terminado el instituto muy cansada y no tenía claro qué quería seguir estudiando, pero sí que iba a desconectar y a aguardar a que una bombilla se comenzara a encender en su interior y la animara a tomar una decisión. Una bombilla que terminó siendo el cine.

La gran vena cinéfila heredada de su familia la llevó hasta Málaga, donde estudió Comunicación Audiovisual. Por aquel entonces, Amy aún continuaba siendo Carmen Blanco: una joven apasionada de la imagen. Amy Jean sería su futuro, pero uno no tan lejano.

Muchas personas dicen que es importante decidir bien con quién te sientas el primer día de clase. Carmen lo cumplió. De aquellos años universitarios, creó un grupo con el que hoy trabaja codo con codo para seguir dando vida a su productora: Abismo Films. Un proyecto que nació de la emoción de cuatro amigos que buscaban hacerse un hueco en esta industria tan cambiante, pero sin olvidar ese sentimiento de vértigo que les generaba entrar en él. Sin embargo, entre el abismo y el vértigo, llegaron hasta lo más alto del Festival de Málaga con su largometraje ‘Los amores cobardes’.

Para la productora, Carmen se especializó en guion. De hecho, fue en una residencia de guion en Marsella cuando empezó a escribir las primeras palabras de la que sería su primera novela, Aquella chica pelirroja. De las imágenes saltó a las palabras, aunque nunca sin olvidar su parte más visual, más cinematográfica. Puede que por eso Aftersun sea una de sus películas favoritas.

En 2020, en la pandemia, nació Amy Jean entre un manuscrito, un certamen de novelas de la editorial Titania y un fallo negativo pero victorioso, pues no lo ganó, pero sí publicaron la historia de Alessa. Desde entonces, a Carmen Blanco y a Amy Jean solo les separan dos artes: el cine y la literatura, si bien ambas forman ese hilo rojo que mantienen unidas a la cineasta y a la escritora.

Porque el regreso…

2022 fue un año especial para ella: sus dos primeras novelas, Aquella chica pelirroja’ y ‘Aquel chico folk’ (juntas, la bilogía Folk), encontraron su hogar en las librerías del país. Una historia que nació frente al mar de Marsella como una terapia, como una necesidad de calmar ese picor por escribir que recorría a Amy Jean, y que, sin embargo, acabó convirtiéndose en un gran éxito.

Su tercer libro vio la luz el 21 de mayo. Y llegó como una película en sí misma para dar la bienvenida al verano de 2024 un mes antes y para celebrar que los reencuentros, aunque pasen ocho años, siempre son y hacen bien. Porque ellos, porque Gaby y Liam siempre estarán bien. O puede que no.

“Porque estar en casa tiene mucho que ver con ser un niño”.

‘Los veranos siempre regresan’ esconde en sus páginas una historia que, con saltos en el tiempo entre el pasado y el futuro, recorre quince años de amistad: desde 2002 hasta 2017. Quince años que han visto a Gabriela y a Liam, sus dos protagonistas, crecer desde la infancia a la adultez, caerse y levantarse, ilusionarse y perder el brillo; enamorarse y romperse el corazón. 15 años de los cuales ocho se quedaron en silencio.

Amy Jean

Amy Jean y ‘Los veranos siempre regresan’ | Fotografía: Cedida por la autora

Gracias a estos saltos, conocemos a Gaby y a Liam en sus momentos más importantes y personales. Evolucionamos y maduramos con ellos, empatizamos y les entendemos. Gaby es como el propio verano: alegría, pasión y locura; un girasol que, a pesar de que el sol sigue brillando en lo alto del cielo, ha ido apagándose poco a poco cuando antes irradiaba luz. Liam, por su parte, es esa calma que sientes cuando las olas te mecen: es noble, honrado, con un corazón inmenso, pero con falta de cariño. En realidad ambos se faltan.

Es una novela romántica, sí. Sin embargo, ‘Los veranos siempre regresan’ va más allá de una mera historia de amor entre dos mejores amigos. Es amor propio. Es entender que está bien estar mal. Que los duelos se viven uno a uno, sin prisa ni presión. Que los girasoles siempre vuelven a alzarse a la mañana siguiente. Que el tiempo pasa, pero no borra. Que crecer no significa perder ese niño que llevamos dentro. Que las casas azules esconden historias tras sus ventanas. Y que, a veces, las amistades son mucho más importantes que el amor romántico.

En 477 páginas, Amy Jean nos teletransporta a Santa Cruz de California a través de capítulos que parecen fotogramas de una película en 35mm. Con una pluma ligera, ágil y fresca, con descripciones muy minuciosas y detalladas y reflexiones que te erizan la piel, esta escritora ha conseguido dar vida a una película en la que demuestra que es una gran cineasta de las palabras.

“A veces tienes que desordenarlo todo para buscarle a las cosas el sitio adecuado”.

Los fotogramas del futuro

Amy Jean cambia el teclado de su ordenador por el visor de su cámara y atisba algunos pequeños trazos tintineantes de su futuro. 2025, clic; 2026, clic; 2030, clic… Puede que incluso haya capturado la fórmula de la vida: “Como escritora, quiero tener historias que contar y que nunca se acaben. Tener una idea y plasmarla en una libreta; eso ya es vida”, reconoce con una sonrisa tímida pero segura.

De hecho, entre “disparos” con la cámara, y con flash incluido, comienzan a surgir las primeras emociones y pensamientos de la que será su siguiente novela. Aún no tiene nombre, apenas existe todavía sobre el papel, pero adelanta que el tono será diferente a Los veranos siempre regresan y que habrá mucho arte.

 

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Carmen Blanco se sentó un día en el sofá de su casa con un libro entre sus manos y al día siguiente ese mundo ficticio ya era más parte de ella que del resto del mundo. Años después, entre otras historias narradas a través del cine, Carmen dejó hueco a Amy Jean: una escritora de películas en papel. Ahora, esta cineasta y autora abre el objetivo y se encuentra con miles de letras revoloteando a su alrededor. De letras y de sueños.

 

 

Imagen destacada: Cedida por la autora