Ainoa Buitrago actuó anoche en la Sala Independance de Madrid, arropada por familia, amigos y multitud de personas que no quisieron perderse una noche especial.
Poco antes de las 20:00, la cola frente a Independance anunciaba que algo se cocía dentro. Y no se cocía poco. Para muchos, un concierto de Ainoa Buitrago es insignifcante; pero muchos grandes de la música de autor española sabían lo que pasaba. O, al menos, aquellos con la perspectiva suficiente como para ver en ella todo lo que merece llegar a lograr.
Antes de tocar Ainoa, tocó Mon Dvy. Su nombre aparecía pequeñito en el cartel y esto hizo que a muchos, despistados, su actuación les pillase por sorpresa. Pero no los dejó indiferentes: tras el desconcierto inicial, que duró apenas una canción, el público se entregó y disfrutó de su música. Con apuestas muy originales creó el ambiente ideal para animar a los que allí estaban y la atmósfera perfecta para la entrada de Ainoa. Su intervención fue breve, de tan solo unos temas, pero no por ello debería alguien dejar de escucharle. A los que comparten su estilo, les encantará.
Ainoa salió poco después. «Qué rápido ha salido», comentaban por el público. Pero es que Ainoa no se cree una estrella, y subió al escenario con la misma naturalidad, honestidad y pureza con la que dio el resto del concierto. Emocionada, eso sin duda. Cenizas y su poesía de letra inauguró el concierto: ella, su púa, su guitarra y sus letras, como la mayoría del público la conoció. Pese a la genial banda que luego se le unió, me aventuraría a decir que fue así como más llenó el escenario. No le hace falta más.
«Y todas las deshoras que pasé mirando dentro de tu pecho se convierten en cenizas del jardín que no cuidaste» es solo uno de los versos de lo que vino después, ya acompañada por el teclado. Emocionó al público más todavía de lo que ya lo había hecho. Al terminar, habló y reconoció que no había querido saber cuánta gente iría, pero que aquello superaba totalmente sus expectativas. Se lo merece.
Tras interpretar Canales, invitó a su primera colaboración: Eva McBel. La zaragozana y ella interpretaron Lying, que escribieron juntas, y en la que Ainoa se lució con la guitarra. La buena conexión entre ellas dos era evidente, y el talento de ambas hizo de esta una actuación espectacular, que terminó incluyendo al público y envolviéndolo, todavía más, en un ambiente que ya de por sí estaba siendo inmejorable.
Un par de canciones después, Yoly Saa se sumó también al concierto para co-protagonizar uno de los momentos más bonitos de la noche. Sus emociones hicieron acto de presencia. «Ninguna de las dos estamos realmente capacitadas para tocar esta canción”, admitió Ainoa. “Todavía nos resulta muy difícil cantarla», dijo también Yoly. Con esta última al teclado y Ainoa a la guitarra, los versos para enmarcar se siguieron unos tras de otros, pero fueron especialmente emotivos en el estribillo: «¿Qué dirías ahora, que ya no tengo miedo, que no lloro a escondidas y que he roto el silencio?¿qué dirías ahora, con el paso del tiempo, que me he vuelto valiente y tú no estás para verlo». Ellas se contuvieron las lágrimas; en el público, cayeron.
Después, Mon Dvy volvió. Ainoa y él son amigos, y se notó: con un estilo electrónico y muy alejado del que la define, se complementaron y subieron los ánimos del público después de un momento tan emotivo como el anterior. La banda al completo subió luego, y la calidad musical de todos sus componentes no pasó desapercibida.
Les siguió Diego Arroyo, de Veintiuno, la banda toledana que, aunque joven, está cosechando muchos éxitos. «Me han dejado la canción más bonita del récord», dijo él antes de empezar Dispárame. Es uno de los temas publicados y, por tanto, el público se sumó al dueto.
Presentó después la que, según ella, es una de las canciones más sinceras que ha escrito nunca: con su banda, interpretó Sácame de aquí. Le costó empezarla porque la emoción le pudo, pero los aplausos del público la arroparon para arrancar. Al final, ya no solo ella estaba emocionada: eran muchos en el público los que lloraban.
«Es muy fuerte hacer algo tan puro no, hacer algo tan de dentro, y que la gente esté dispuesta a escuchar lo que tengo que contar. Es de lo más bonito que puedo sentir en esta vida». El concierto se acercaba a su fin, y tras esas bonitas palabras, se deshizo en agradecimientos: a su banda, a su familia y amigos y, en especial, a su manager, María Torrejón, de la que destacó su empoderamiento y feminismo: «En este mundo hay que reivindicar todo el rato el papel que tenemos las mujeres, es así, y tener a alguien que lo tiene tan claro, o incluso más, es de lo mejor que me puede pasar.»
Azoteas, otro de sus temas publicados, y que el público conocía muy bien, hizo de telonero al que, sin duda, era el momento más esperado de toda la noche: Venecia. Hace ya muchos años que Ainoa escribió lo que en un principio se llamó Venecia está sin agua. Ya solo como Venecia la compartió con Andrés Suárez, a quien tanto admiraba. «Por cosas de cantantas y cantantes, no ha podido venir, pero podéis cantar con él.» No lo necesitó: Venecia sigue siendo tan suya como cuando se la mostraba al mundo desde YouTube, y emociona a cualquiera que la haya seguido durante un tiempo. El público, si lo de antes lo había coreado, esto lo cantó. Y Ainoa terminó de brillar en Independance.
Ainoa es madrileña, y este viernes tocó en casa. No por ser en su ciudad, sino porque la sala la quería: tanto los que la conocían de antes como los que allí la conocieron. Fue un concierto de miradas cómplices, de mucho orgullo del público y emoción de ella. Fue su gran concierto y una fecha por la que sus nervios anteriores merecieron la pena. Con solo tres temas publicados, brilló en una de las salas más icónicas de Madrid.
Ainoa está siguiendo la estela de grandes, pero marca su propio ritmo y sabe bien lo que quiere. Andrés Suárez le dijo: «Ojalá nunca te dejes dudar, vales todo lo que sueñas. Creo en todos tus futuros». Y cómo no creer. Quien no conozca a Ainoa, que la escuche. A quien no le guste su música, que la lea. Es música y es poeta. Y es una maravilla de las dos maneras.
Imagen principal: Álvaro de las Heras – WHY NOT