‘¡Ay, Campaneras! Canciones para seguir adelante’ es el particular homenaje de Lidia García García a las coplas, los cuplés y las zarzuelas. Un viaje a través de las historias que se esconden detrás de esas míticas canciones.
Tendemos a pensar que las coplas o los cuplés son canciones de otra época que nada tienen que ver con nosotros. Sin embargo, si prestamos atención a sus letras nos damos cuenta de que son el reflejo de toda una generación y que tienen mucho que decir. Eso es lo que Lidia García pretende reflejar en ‘¡Ay, Campaneras! Canciones para seguir adelante’.
Las coplas y las zarzuelas siempre han sido la banda sonora de su vida. Inmediatamente también las entendió como la banda sonora del barrer, del fregar y del puchero. Entre sus páginas hace un recorrido a través de las historias que se esconden detrás de canciones salpicadas de transgresiones femeninas. Pero también se marca otro reto: acabar con los mitos que rodean a este género musical.
Lo hace a través de anécdota curiosas: ¿Sabías que Chaplin robó la música de un cuplé para ‘Luces de la ciudad’ (1931), una de sus películas más famosas? ¿O que Nietzsche dijo que «lo más fuerte» que había oído en su vida fue una zarzuela de Federico Chueca?
Las coplas también pueden ser una estrategia de resistencia femenina, aunque pueda no parecerlo. El discurso oficial y la subversión que se vivía hace años convivía con una cultura popular que ayudaba a sobrevivir a esa vida, al patriarcado o a la pobreza. Esas canciones también hablaban de esas diferencias de clase social y de ansias de libertad que se colaba por cada resquicio que encontraba.
A través de las canciones de Raquel Meller, Lola Flores, Sara Montiel o Rocío Jurado, la autora de esta obra pretende acercarnos a ese mundo de cupletistas y bandoleros. Incluso hay una playlist para poder escuchar cada una de las canciones mientras se leen.
Lidia García se ha preocupado por reflejar, además de qué decían esas canciones, cómo eran recibidas por el público de la época y por cómo la gente las hacía suyas. La temática era muy variada: desde amor romántico, hasta arquetipos e incluso representación del colectivo LGBT. Muchas de estas canciones pueden ser «transmisoras de los valores patriarcales más adocenadores», como dice en su libro, pero cantarlas se puede interpretar como una manera de denunciar lo que ocurre.
Imagen destacada: Libro ‘¡Ay, Campaneras!’