Zahara y su rave aterrizan en el Festival Mil·lenni (Barcelona) para presentar uno de los últimos conciertos de la gira ‘PUTA’. Una apoteósica exhibición de talento que termina en lágrimas, bailes y pelos de punta.
Nos encontramos en Razzmatazz, la meca de la música en directo por excelencia de la ciudad condal, la sala de conciertos que más artistas emergentes ha visto nacer, morir y resurgir de sus cenizas. “Estuve aquí hace catorce años como telonera. Nadie vino a verme a mí. De hecho, nadie se acuerda”, sentencia Zahara con el orgullo propio de quien sabe que ha cumplido uno de sus sueños.
Casi a quemarropa, nos enfrentamos al trabajo de uno de los mayores iconos musicales del país. El público corea embelesado todas y cada una de sus canciones, mientras que Zahara toma el mando de los sintetizadores y de su característica guitarra. En palabras de la cantante, el espectáculo es una despedida de todos los formatos que le han acompañado en su abrupta carrera musical.
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El repertorio de esta nueva Zahara tan libre y musicalmente agresiva pone a prueba a sus seguidores más puretas. Lejos quedan los tiempos de ‘La fabulosa historia de…’, su álbum debut que, poco a poco, ha dejado de sentir como propio para introducirse de lleno en una electrónica vanguardista, oscura y tremendamente adictiva con su último trabajo ‘PUTA’.
EL EQUIVALENTE MUSICAL A UNA HERIDA ABIERTA
El concierto oscila sin dar tregua entre el instrumental y el techno puro, creando una auténtica montaña rusa de emociones de la que es imposible bajarse. En su trayecto, el frenético vagón nos lleva a los picos más altos gracias a las interpretaciones de éxitos como ‘TAYLOR’, uno de los temas que más crecen en directo, ‘RAMONA’, la canción con la que Zahara canaliza su rabia y demuestra sus dotes para rapear, o ‘joker’, donde para los pies a todos esos cayetanos que invaden el mundo con su odio, intolerancia e infinitos aires de superioridad.
Pero, como toda montaña rusa que se precie, el vagón necesita descender para volver a coger velocidad. Es entonces cuando nos regla las versiones acústicas de ‘DOLORES’ y ‘SANSA’. Zahara habla de la necesidad de gustar, del miedo a no ser nunca como se debería, de necesitar desesperadamente la aceptación de otros, de proteger a las personas que nos hacen daño, de ser yonkis del cariño ajeno. En definitiva, del poder destructivo de las cargas impuestas sobre la feminidad.
POR MERICHANE. POR TAYLOR. POR SANSA. POR RAMONA. POR DOLORES. POR ZAHARA. POR TODAS.
“Yo estaba ahí dejándome hacer con tal de que acabase de una vez”, canta Zahara. “Yo estaba de rodillas pidiendo perdón a vuestro Dios por no saber decirle que no”, responde el público. ‘MERICHANE’ es el tema donde la cantante habla por primera vez sin tapujos de los abusos que sufrió en el pasado. Una canción que ha bautizado con el nombre por el que se conocía a la prostituta de su pueblo, un sobrenombre que ha acompañado a la cantante toda su vida, pues, a su vez, fue el mote que le pusieron sus compañeros en el colegio.
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La jienense se despide de Barcelona con una sonrisa impecable ante la ovación masiva de un público que aún no deja de corear su nombre. Para poner el broche de oro a la velada, la celebrada aparición estelar de Alizzz (Cristian Quirante) para interpretar su reciente colaboración ‘berlín U5’ en la redición de ‘PUTA’, ‘REPUTA’. “Llévame a bailar como si aún fuera real” corean los cantantes mientras brincan sobre el escenario, y vaya si lo hicieron.
Gracias por tu visita, Zahara.
Imagen destacada: Zahara vía Instagram