La serie documental de Aitana, ‘Metamorfosis’, nos muestra todo lo que no hemos visto hasta ahora. Un ejercicio de exposición titánico.
Sigo sorprendido. Tras unos días del estreno de la serie documental de Aitana, creo que aún todos estamos digiriendo la cantidad de información que hemos recibido. En tan solo 6 episodios, la cantante ha decidido regalarnos un ejercicio de transparencia, verdad y generosidad.
Lo que en un primer momento iba a ser un retrato de los preparativos y ejecución del paso de Aitana por el Estadio Santiago Bernabéu, se ha convertido en una narrativa sincera sobre una realidad de la que no éramos conscientes. Después de posponer los conciertos de la artista, la reconducción de la trama principal ha terminado siendo un regalo para todos aquellos que teníamos ganas de conocer más sobre la catalana.
A lo largo de los episodios podemos ver a Aitana en distintas facetas. Desde el disfrute en su tiempo de ocio hasta momentos de lo más profundos de su intimidad. Incluso, en algunos se rompe y muestra su parte más vulnerable. Sin embargo, es su lado profesional el que más aparece durante el visionado. Una mujer entregada, concentrada y exigente consigo misma y su equipo; con el objetivo de dar lo mejor de sí y ofrecer un espectáculo a la altura de las expectativas.
El documental se aleja del formato más convencional de los biopics musicales y apuesta por una narrativa de observación que privilegia la cercanía con la protagonista. Se emplea una cámara móvil, con predominio de planos cerrados y una iluminación naturalista que refuerza la sensación de espontaneidad.
Según apuntan desde Camaralia, este tipo de enfoque requiere un control riguroso de la exposición y la continuidad lumínica para mantener la coherencia visual entre escenas rodadas en entornos tan distintos, como su hogar, el estudio de grabación y el escenario. En ‘Metamorfosis’, la integración de estas secuencias ha seguido una línea cercana al cine documental, pero con una postproducción que asegura un acabado cinematográfico en términos de color, ritmo y textura visual.
Más versiones de Aitana que nunca
Aquí es donde vemos la primera gran realidad de Aitana: la exigencia. La artista destaca en varias ocasiones su imperiosa necesidad de que salga todo perfecto. No le gusta fallar y para ello se involucra en todos los aspectos que implican su proyecto.
Esto le trae algún que otro encontronazo con miembros de su equipo, quienes intentan que se les delegue alguna decisión. Este es el caso de su ahora exmánager, Nuria Andreu, quien en todo momento parece mantener mayor cercanía con los intereses de la compañía y no con los de la representada.
Es más, es en este tipo de situaciones, donde la protagonista se esfuerza por hacerse entender, en que se diluye una de las mayores críticas que ha recibido a lo largo de su carrera. “Eres una marioneta de tu discográfica”, ¿cuántas veces habrá oído esto Aitana? Ya os lo digo yo, muchas.
Sin embargo, en este nuevo proyecto vemos a una profesional de ideas claras y carácter firme cuando se requiere. Su negación a viajar a México por necesidad de un descanso y su insistencia en querer centrarse en el proceso creativo de su próximo disco son algunos de los ejemplos más destacados.

Un documental que va más allá de los focos | Fuente: Foto promocional de Netflix
Aitana habla de varias versiones de sí misma a lo largo de su vida y en su propia rutina. En el documental se manifiestan todas, desde la mujer empoderada y decidida hasta la niña vulnerable que, en muchas ocasiones, se siente sola pese a estar siempre rodeada de gente. Se ha opinado mucho de sus compañías tras esta emisión, lo entiendo.
Hay intervenciones de personas muy cercanas a la cantante que, en ocasiones, están fuera de lugar. Cosme, su padre, es uno de estos casos. Él ejerce presión hacia su hija en algunos momentos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, ante una situación para la que nadie te prepara, un referente como puede ser tu propio padre no siempre puede ser acertado.
Una exposición arriesgada
Pese a estar agradecido ante semejante ejercicio de generosidad y transparencia por parte de Aitana y su equipo, tengo que admitir que pongo en duda hasta qué punto puede suponer algo positivo para ella. Y digo esto porque mostrarse tan humana y dejar atrás esa imagen de “chica perfecta” que se le ha atribuido siempre puede ser una diana fácil para aquellos que no saben ver más allá. Es por ello que podríamos estar hablando incluso de una excesiva exposición.
Sea como sea, ver ‘Metamorfosis’ de Aitana es una experiencia totalmente recomendada. Aunque también es conveniente hacerlo con una voluntad de empatizar y una actitud abierta a conocer su realidad más allá de los focos. Es de agradecer que celebridades con semejante proyección accedan a mostrarse y a visibilizar de una manera tan evidente distintas realidades y hechos.

Aitana se abre como nunca antes en ‘Metamorfosis’ | Fuente: @aitanax
Imagen destacada: @netflixes