En Why Not Magazine hemos hablado con Rulo, el vocalista de Rulo y La Contrabanda, tras la publicación de su primera novela, ‘Cuestión de suerte’.

¿Qué harías si un golpe de suerte te pusiera la vida patas arriba? Eso es lo que plantea ‘Cuestión de Suerte’, la primera novela de Raúl Gutiérrez (Rulo). Con Roi, un protagonista que no es precisamente un héroe, pero sí alguien con quien es fácil identificarse, la historia nos lleva por un camino lleno de decisiones importantes y momentos que te hacen replantearte todo.

Más allá de la idea del dinero o la fortuna, esta novela habla de lo que realmente importa: valorar lo que tienes antes de perderlo. Con un estilo cercano y directo, Rulo nos invita a reflexionar, pero sin moralinas, sobre lo que significa tener suerte de verdad.

Si te gustan las historias que te hacen pensar y sentir a partes iguales, esta es tu próxima lectura. ¡Atrévete a acompañar a Roi en esta aventura tan caótica como la vida misma!

Rulo - Libro "Cuestión de suerte"

WN: Es tu primera novela. ¿Qué te impulsó a escribir ‘Cuestión de suerte’?

R: Fue casi un juego, un reto. La historia ya estaba en mi cabeza, pero la palabra «novela» impone mucho respeto. La trama transcurre en 30 días, cada uno reflejado en un capítulo. Al principio, solo tenía cinco capítulos y no me atrevía a mostrarlos mucho. Sin embargo, decidí compartirlos con Gonzalo Albert y con mi pareja, que es la crítica más exigente que conozco.

Ambos me dieron un feedback muy positivo: se habían enamorado del personaje de Roi y querían saber más sobre él. Ese primer impulso, esas primeras reacciones, me hicieron creer que debía terminar la novela. No hablo de publicarla, eso vino después, pero sí de concluirla. Aun así, insisto: cada vez que inicio un proyecto nuevo, el respeto al proceso siempre está presente.

WN: Roi es un antihéroe que replantea su vida tras un golpe de suerte. ¿Qué tan cercano te resulta este personaje?

R: Las personas de mi entorno que han leído la novela suelen decir que hay mucho de mí en Roi, pero insisto: no soy él. Por ejemplo, Roi quiere ser músico, su sueño es vivir de la música y, en cierto modo, lo logra, aunque no con sus propias canciones, sino trabajando como A&R en una gran discográfica.

Es cierto que, al describir su Vigo natal y ese local de ensayo donde empieza a tocar la guitarra y da sus primeros pasos, no puedo evitar reconocer el que yo tenía en Reinosa hace años. Hay coincidencias, claro, pero también muchas diferencias. Es difícil delimitar cuánto hay de realidad en la novela. Aunque Roi lleva algo de mí, no somos la misma persona.

WN: La novela parece abordar temas profundos como la identidad y el paso del tiempo. ¿Hubo algún momento en tu vida que te hizo reflexionar como lo hace Roi en el libro?

R: Dicen que los balances llegan al cambiar de década, pero en mi caso no hubo un momento exacto. Quizá fue durante la pandemia, cuando todo se detuvo de golpe y me obligó a mirar atrás. No suelo hacerlo, siempre miro hacia adelante.

Soy muy nostálgico, probablemente porque soy del norte, pero también soy optimista. Ese parón sí me llevó a reflexionar, a hacer un balance, aunque prefiero no detenerme demasiado en eso. Para mí, lo importante es seguir avanzando.

WN: El concepto de suerte cobra gran protagonismo. ¿Qué significa realmente tener suerte para ti?

R: Es una gran pregunta, pero difícil de responder. Creo que mi mayor suerte ha sido poder dedicarme a lo que me apasiona. Desde los 23 años, cuando dejé mi casa, he vivido de la música. Es un privilegio haber construido una carrera tan larga: 13 años con La Fuga y otros 14 con La Contrabanda.

Empecé muy joven, tenía solo 15 años cuando di mi primer concierto. Sin embargo, más allá de la música, la verdadera fortuna es tener amor y salud en mi entorno. Esa combinación es, sin duda, el mayor regalo.

WN: ¿La suerte es algo que se encuentra o se construye?

R: Ambas cosas. Creo en la suerte que uno se trabaja, aunque no siempre basta con el esfuerzo, puede llegar en pequeñas dosis, pero no del todo. También creo en el azar. Todos estamos aquí, en cierto modo, por un milagro, por esos momentos en los que la suerte jugó a nuestro favor.

Recuerdo aquella noche en que tuve un accidente de coche con unos amigos o cuando, años atrás, volvía de tocar con mi primer grupo y nos estrellamos contra un muro en Reinosa por culpa del hielo. Hay un componente de azar en todo esto. Siempre digo que podemos trabajar la suerte, pero, sobre todo, lo que no quiero es tener mala suerte.

WN: Y hablando de suerte y acercándose la Navidad… En la historia, ganar la lotería no es sinónimo de felicidad. ¿Crees que vivimos en una sociedad que sobrevalora lo material como fuente de bienestar?

R: Es cierto que vivimos en una época marcada por el individualismo, quizás impulsado por las redes sociales, donde el «yo» está constantemente en primer plano. El ser humano siempre ha tenido un punto egoísta, lo ves incluso en la naturaleza: si hay comida y dos animales, lucharán por ella. Ese instinto de supervivencia siempre ha existido, pero ahora se manifiesta de manera más extrema.

Sin embargo, cuando ocurren tragedias como la de Valencia y ves la solidaridad espontánea de la gente, es cuando recupero la fe en el ser humano. Esos gestos colectivos y desinteresados me reconcilian con la humanidad. A pesar de que somos capaces de cometer atrocidades, sigo creyendo en el ser humano y en su capacidad de hacer el bien.

WN: ¿Has tenido algún «golpe de suerte» que haya cambiado tu vida, para bien o para mal?

R: Mi gran golpe de suerte fue descubrir mi vocación. Tengo amigos de mi edad que aún no la han encontrado, y tampoco creo que sea necesario tener una. Hay quienes pasan por la vida sin ella, y no pasa nada. Pero yo tuve la suerte, y doblemente, porque la encontré muy pronto. Si descubres tu vocación a los 40, con tres hijos y muchas obligaciones, es difícil volcarte por completo en ella.

En mi caso, llegó cuando tenía apenas diez años. Fue entonces cuando le dije a mi familia que me dedicaría a la música. Al principio no me tomaron en serio, pero cuando vieron que iba en serio, ya no les hizo tanta gracia. Con el tiempo, cambiaron de opinión y ahora están encantados.

Encontrar mi vocación y hacerlo tan temprano me permitió dedicarme de lleno durante años, sin un plan B, con la esperanza de convertirla en mi modo de vida. Y eso es, sin duda, la mayor suerte que he tenido.

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WN: Ahora, esa vocación la mezclas con la literatura. Cada capítulo de la novela está acompañado por una canción. ¿Cómo elegiste esas piezas y qué papel juegan en la experiencia de lectura?

R: Cada uno de esos 30 capítulos representa uno de los 30 días que Roi tiene para cobrar un premio millonario, algo al estilo del Euromillón, no de la Lotería Nacional ni la de Navidad. Solo tiene ese plazo para reclamarlo. Cada capítulo está acompañado por una canción, y cada una de ellas ha sido seleccionada meticulosamente, no es una elección al azar.

Todas son significativas para mí. Son muy eclécticas, con artistas como Juan Luis Guerra, Billie Eilish, Bob Dylan, Calamaro… Cada canción ha sido elegida en función de lo que sucede en la historia o de lo que me inspira personalmente. Cada una se adapta perfectamente a la catarsis de Roi, marcando su evolución emocional en el relato.

WN: Si tuvieras que elegir una canción para describir el estado de ánimo del protagonista, ¿cuál sería?

R: Sería una canción muy caótica, sin duda. No sabría exactamente cuál, pero sería acelerada, con una letra incongruente, que no sigue ningún orden lógico. Sería una de esas canciones que yo llamo «escupitajo», un desahogo, porque Roi está completamente perdido en ese momento. Esas canciones, a veces sin sentido, reflejan la confusión y la frustración de alguien que no sabe cómo encajar las piezas de su vida.

WN: ¿Cómo crees que la música potencia la historia que cuentas en Cuestión de suerte?

R: Eso debería ser algo que descubra el lector. Yo, personalmente, estoy empezando a analizar la novela ahora, a medida que la prensa me hace preguntas al respecto. Cuando la estaba escribiendo, era simplemente una salida natural, algo que fluía de forma espontánea. No me hice un esquema previo ni seguí un plan específico de cómo debía escribir, simplemente lo hice. Luego, al releer, si veía que había partes innecesarias, las cambiaba o editaba, pero no fue un proceso metódico.

Así que no sé cuánto influye realmente en la novela. Sin embargo, al principio del libro hay una playlist, y creo que la lectura se vuelve más bonita si escuchas esas canciones a un volumen bajo mientras lees los capítulos. Es un buen acompañamiento para la experiencia de leer.

WN: Dices que la novela es “una oda a la simplicidad de los gestos cotidianos”. ¿Cuál crees que es el gesto más simple y a la vez más poderoso que alguien puede hacer por otro?

R: Es cierto que la novela tiene un toque costumbrista. Kutxi Romero me decía que se notaba que era muy fan de Paul Auster, aunque, dios me libre de compararme, sí reconozco que esas influencias están presentes. Las fuentes que he vivido, tanto en mis canciones como ahora en esta novela, tienden hacia el costumbrismo.

En el día a día, lo más difícil es valorar lo que tienes cerca; es un tópico, pero lleno de verdad. Tal vez no lo valoramos porque lo damos por sentado, y es entonces cuando corres el grave riesgo de perderlo.

WN: El libro habla de «pequeñas alegrías» en medio de grandes tristezas. ¿Cuál ha sido tu pequeña alegría en los últimos tiempos?

R: Mi pequeña gran alegría ha sido esta novela. No soy de quedarme anclado en el pasado, ahora me toca hablar de ella. Cuando la terminé, me emocioné. Ese fin de semana me di el lujo de saborearla, de disfrutarla. Normalmente, estoy siempre pensando en el «siguiente»: el siguiente disco, la siguiente gira… Acabamos de volver de América Latina y, al final, siempre estás metido en lo que viene. Porque al día siguiente de tu alegría, ya tienes otras cosas que atender.

Esta vez, sin embargo, me permití el lujo de dedicar dos o tres días a tocarla, a olerla, a disfrutarla. Los otros libros que he sacado eran de poesía y aforismos, más ligados a las canciones. Uno era autobiográfico y otro, un libro de fotos de la trastienda de una banda de rock. Pero este, este ha sido como mi primer libro de verdad.

WN: En medio de estas alegrías, la crisis de los 40 es un tema central en la novela. ¿Qué reflexión te gustaría que los lectores se llevaran sobre esta etapa de la vida?

R: Creo que la novela invita al lector a empatizar con el protagonista, más que presentar una crisis existencial, lo que realmente puede hacer es reflexionar sobre si nuestra vida es afortunada o no. No tiene ninguna moraleja, ni lo pretende, pero, sin que yo lo haya buscado, puede llevar a la pregunta de si somos afortunados. Roi, aunque a veces se comporte como un antihéroe, para mí es una persona con suerte.

WN: Tras esta experiencia, ¿te ves publicando más novelas en el futuro?

R: Estoy rezando para que la novela tenga al menos un mínimo de aceptación. Ya va por la segunda edición, y acaba de salir. Mi público es muy fiel y le ha dado una oportunidad. Espero que la gente la haga suya, que conecten con ella. Y que haya suficientes personas que la adopten como algo propio para que tenga sentido continuar, porque para mí esto es una trilogía.

Veo a Roi 10 años después, y también 20 años después. Es cuestión de tiempo y de fe. Solo tiene sentido si el lector está ahí y lo demanda; si no, sería raro que lo escriba y lo guarde para mí, después de tantas horas dedicadas a escribirlo.

WN: ¿Hay algún género que todavía no hayas explorado y que te gustaría hacerlo?

R: Prometo que no voy a pintar cuadros, porque no se me da bien. Y también prometo que no voy a hacer cine, porque soy pésimo en eso. No me voy a justificar por escribir una novela sin ser un escritor profesional, pero sí me considero un escritor de canciones. También escribo una columna mensual en el Diario Montañés, que para mí es un género en sí mismo. Llevo varios años escribiéndola y he aprendido muchísimo, porque es un género muy particular. Todo lo que tenga que ver con la escritura ha sido una inquietud que tengo desde siempre.

Otra cosa que me dio seguridad a la hora de escribir la novela fue una entrevista a Tarantino, el director de cine del cual soy muy fan, que decía que si amabas profundamente el cine y habías visto muchísimas películas, probablemente podrías hacer una película. Eso lo extrapolé a la literatura, porque esos dos requisitos los cumplo: leo muchísimo y amo profundamente la literatura.

Rulo Cuestión de Suerte

Fuente: Rulo y La Contrabanda

  • Un libro que te haya cambiado la vida: Cambiar la vida ninguno, pero alegrármela todos. El último que he leído ha sido ‘El mejor libro del mundo’ de Manuel Vilas.
  • Una canción que nunca falta en tus conciertos: Yo creo que ‘P’aquí, P’allá’, la compuse hace muchísimos años y define perfectamente mi vida
  • Un lugar donde siempre encuentras inspiración: Yo soy de Reinosa que está en medio del Valle de Campoo, así que en cualquier rincón de mi valle.
  • La mejor lección que te ha dado la música: Me ha dado todo, me ha formado como persona y como ser humano. Me ha llevado a muchos de los rincones del mundo y a hacer amigos. La lección es la VIDA con mayúsculas.
  • Un sueño que aún te queda por cumplir: Cantar en algún país que aún no haya cantado. El año que viene terminamos la gira en un país que nunca hemos tocado. Las primeras veces de todo siempre me hacen mucha ilusión

WN: Por último, me gustaría cerrar la entrevista con una pregunta que hace un guiño a nuestro medio. En qué momento te has preguntado: ¿por qué no?

R: Cuando pasé los primeros cinco capítulos a mi entorno más cercano, no era precisamente el grupo que siempre me adula, sino el que más me da caña. Fue en ese momento cuando ellos me dijeron: «¿por qué no?». Ahí fue cuando recogí el cable y pensé: claro que sí.

 

 

Imagen destacada: Bernardo Doral